Normalmente, no nos consideramos “perezosos” pero...siempre que surge en nuestra vida un reto para cambiar aquello que tenemos como hábito instaurado en piloto automático; cuando la vida nos hace un alto en el camino y nos invita a quitar ese automatismo y tomar consciencia de lo que hacemos, desde dónde y para qué lo hacemos; cuando nos damos cuenta que, al margen de los términos de “bueno” y “malo”, siento realmente que algo ya no me está funcionando para gestionar mejor mi vida; y cuando intuyo qué podría hacer para mejorar mi vida pero eso incluye dejar ese dedo acusador hacia fuera, dejar de quejarme y tomar la responsabilidad, incluye una disciplina, una práctica constante de atención..... entonces aparece la pereza... o bien.. la tendencia a postergar aquello que considero importante cambiar pero que requiere un esfuerzo, compromiso y responsabilidad de mi parte.
martes
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