Normalmente, no nos consideramos “perezosos” pero...siempre que surge en nuestra vida un reto para cambiar aquello que tenemos como hábito instaurado en piloto automático; cuando la vida nos hace un alto en el camino y nos invita a quitar ese automatismo y tomar consciencia de lo que hacemos, desde dónde y para qué lo hacemos; cuando nos damos cuenta que, al margen de los términos de “bueno” y “malo”, siento realmente que algo ya no me está funcionando para gestionar mejor mi vida; y cuando intuyo qué podría hacer para mejorar mi vida pero eso incluye dejar ese dedo acusador hacia fuera, dejar de quejarme y tomar la responsabilidad, incluye una disciplina, una práctica constante de atención..... entonces aparece la pereza... o bien.. la tendencia a postergar aquello que considero importante cambiar pero que requiere un esfuerzo, compromiso y responsabilidad de mi parte.
Y es que parece más fácil el hecho de decir que los demás cambien, que el mundo cambie, que la sociedad cambie, que mi vida cambie...para ser más feliz.... que cambiar yo. Eso ya no me gusta tanto, y lo que no me gusta, me genera cierta inquietud, incomodidad, y aunque sé, intuyo, que el resultado va a ser beneficioso para mí y para los demás, digo sí... pero postergo el momento de hacerlo, ya no sólo con el momento de dar el primer paso sino a lo largo del proceso voy postergando con cada tentación a evitar el esfuerzo por mi parte.
Y empiezan las excusas..... Con las que me creo realmente que no soy capaz y que nunca es buen momento para hacer algo que siento que necesito hacer y que va a ayudarme a mejorar. ¡Y la pereza es muy creativa en este aspecto!
La pereza... Es como estar permanentemente en una sala de espera.. Esperando a que llegue el mejor momento, la persona adecuada, tenga los recursos necesarios, las ganas y la motivación, la inspiración, la “musa” quizás para hacer algo que considero que es necesario hacer... Esperando... Y así puedo pasarme toda la vida esperando..... Y mientras, la vida va pasando..... Y yo, esperando, sigo quejándome del mundo, de los demás y de mi infeliz rutina de vida.
Bien, reconocerlo es un paso importante, es una toma de consciencia en la que me doy cuenta que esta actitud puede ser una de las cosas que me impide avanzar y cambiar. Reconocer también que lo que hago hasta ahora, ya no me sirve, tampoco quejarme o pretender que otros cambien, eso no sirve para nada, sólo va a hacer que siga en esa sala de espera y encima esté con enfado.
Para salir de esa sala de espera, necesito algo que me impulse a la acción y que me motive lo suficientemente como para crear una disciplina, una práctica, una constancia para ir mejorando en ello e ir experimentando los cambios deseados... Cambios que necesito hacer en mí, por supuesto, no en los demás. Mi única responsabilidad soy yo mism@.
¿Qué me puede motivar a salir de la sala, de una zona de confort o de la rueda de una conducta, patrón, actitud, creencia, etc. que considero necesario cambiar para estar mejor y gestionar mejor mi vida?
- Reconocerlo, tomar consciencia y luego tomar responsabilidad. Sólo puedo salir yo. Nadie puede hacerlo por mí. Podré encontrar personas que me ayuden a tomar consciencia, pero realmente, el trabajo y la responsabilidad es mío.
- Tener el propósito de querer mejorar, para mi bienestar primero y, por ende, el de los demás. Tener realmente ganas de mejorar, de crecer, de avanzar, de evolucionar, de estar bien y ser más feliz que me permita tomar acciones diarias hacia la realización de este deseo en presente y no en perspectiva.
- La mejor motivación es comenzar y ser consciente de los resultados, aunque al principio sean apenas perceptibles. Sobre todo en meditación por ejemplo, hay que persistir. Por mi experiencia, los resultados se sienten de inmediato....Una persona logra conectar aunque sea un segundo de su día con la calma y lo más importante es que ve que lo ha logrado por ella misma, con su propio cuerpo y mente, con sus propios recursos ayudada de las prácticas adecuadas. Experimentar que cuando doy un “pequeño” cambio se genera un beneficio en mí es una buena motivación.
- Empezar por poco e ir ampliando a medida que voy alcanzando más resultados y me voy motivando. Si intento empezar ya a subir todos los escalones en un sólo día, evidentemente esto me va a agotar. Sólo esa idea ya me agota y ya hace que mi motivación sea menor que si me lo tomo de una forma que cada día vaya subiendo un tramo. Eso también me permitirá ir adquiriendo más resistencia cada vez e ir constatando los resultados que se van dando, lo cual, de nuevo, me irá motivando.
- Es importante observar nuestras partes más débiles y las veces que no hemos podido subir más escalones, de una forma bondadosa y a la vez motivadora. Siguiendo el ejemplo de la práctica de la meditación, un día que no medito no significa que sea motivo de que abandone la práctica. Sigo persistiendo. Soy bondados@ pero disciplinad@ a la vez. Esto conecta con la honestidad y con la debilidad de una persona, lo que hace que la compasión hacia uno mismo se despierte si el propósito de mi acción viene de mi interior y es lo suficientemente importante y significativo para mí.
- En realidad, se trata de buscar un equilibrio, no irse a extremos. Es como buscar aquello en lo que me puedo sostener y confiar para seguir adelante. Es curioso pero parece casi demostrado que cuando estás a punto de abandonar, de tirar la toalla, es cuando más cerca estás de dar el siguiente paso de crecimiento.
- Por mi experiencia, en la práctica no retrocedes, sólo te quedas como estás si abandonas, y sólo puedes avanzar cuando decides volver a ello. El trabajo realizado para lograr un cambio interno, no es en vano, siempre está ahí, aunque aparentemente pienses que no has hecho nada. Todo intento realizado a favor de tu propósito, es un paso más hacia él.
- La actitud y la excelencia. Es importante cada día decirme que lo hago lo mejor que sé y puedo y tener la convicción de hacerlo lo mejor posible cada vez y contar con más experiencia y recursos. No se trata de cuántos pasos he dado en la escalera hoy, sino en que haga lo que haga hoy, lo he intentado hacer lo mejor posible. No es la cantidad sino la calidad de la experiencia lo que me acerca al propósito y me motiva a seguirlo. Y mañana volveré a hacerlo del mismo modo. Esto me va a generar bondad y fluidez, pero que tampoco sea tan permisiva que no haga por mejorar cada vez, porque entonces vuelvo a entrar en la rueda de la pereza y la postergación.
- Cada paso hay que integrarlo, necesita un tiempo de maduración. Si no, seguimos con el piloto automático, ése que no deja reposo entre actividad y actividad, y al final tengo un montón de cosas “abiertas”. Se trata de darles cierre, dejar un tiempo de reposo e integración y ponerme a disposición de la siguiente actividad en plena atención. Ponerme a hacer algo no significa que realmente lo esté haciendo con consciencia, presencia y atención, por lo que el aprendizaje que obtenga de ello no será el mismo con una actitud que con otra.
- Y si mi mente sigue en ese estado de distracción, de vagamiento, de dispersión, de agitación, de rumiar una y otra vez sobre lo mismo, de emociones intensas y cambiantes, de negación, de rechazo.. al cambio... Sea lo que sea que observe en mí, es importante no enfadarme, tampoco perderme con ello porque no me llevará a ningún lugar más que a la misma sala de espera una y otra vez. Se trata de buscar otro estado que equilibre este estado, relajarme, conectar con la calma, la atención plena me da herramientas muy poderosas para lograrlo. Desde ahí, observar mis resistencias, ser bondados@ con ellas pues muchas vienen dadas por todas las cargas en nuestras mochilas personales.. Y simplemente preguntarse si esta actitud realmente nos funciona, nos ayuda a avanzar, nos ayuda a crecer, a dejar de esperar y tomar acción, a dejar la queja y tomar la responsabilidad de hacer el cambio. Preguntarse cómo podría ser nuestra vida si fuéramos capaces de hacerlo, si realizáramos el cambio en aquello que necesitamos cambiar en nosotros para mejorar, si gestionaríamos nuestra vida de igual forma, si tendríamos el mismo nivel de estrés, si tomaríamos la misma actitud o empezaríamos a tomar consciencia de otras actitudes y perspectivas desde las cuales nos sentiríamos mejor y haríamos sentirse mejores a los que nos rodean.
- Cuando me invade la pereza en aquello que considero importante para mí, precisamente me vuelvo hacia dentro, hacia eso que quiero mejorar, hacia mi propósito más lícito, personal e intransferible para lograr calma y bienestar, y me pregunto si considero, de verdad, que merece la pena intentarlo.... una vez más....
Siempre comparto, hablo y escribo desde mi propia experiencia. Debo confesar que me ha costado mucho practicar la meditación formal, ésa en la que tomas un lugar y tiempo concretos, en la que se te presentan todas las resistencias posibles para estar en una postura y en silencio durante el tiempo que dura la práctica, adormecimientos en zonas que ni pensaba, picores, dolores, molestias, escozores, tensiones, rigideces, presiones, un sinfín de sensaciones no agradables precisamente... Y esto sólo en el cuerpo físico, junto con la marea de pensamientos y emociones a cada segundo... Pero he persistido y sigo persistiendo.. Porque tengo un propósito, una motivación y una práctica que voy alimentando cada día de mi vida.
Y una vez que integré la práctica, en la que llego a estar bastante tiempo no diría que sin molestias, sino que en aceptación de las mismas si surgen y cuando surgen, vino el momento de la práctica a primera hora.. Ahhhh... Había salvado ciertos “retos” importantes con la práctica formal y venía uno que atentaba en contra de una necesidad vital: dormir cuantas más horas que pudiera y despertar lo más justo posible!!! poner el despertador siempre para el último momento... con 3 toques distintos cada cierto tiempo para irme despertando poco a poco.... Ahora lo pienso y sonrío, pero entonces de verdad que no me hacía ninguna gracia sólo con pensar en la idea de “levantarme temprano”.
Y otro largo tiempo de resistencias.... para lograr despertar antes del amanecer y hacer la práctica en este momento del día... Imagina cuán creativa puede ser la mente para lograr algo con la motivación adecuada.. Aún llego a poner hasta el despertador en el cuarto de baño como recurso para levantarme por si acaso!!!!! Tremendo... Y aún así, las tentaciones de volver a la cama a veces aún están presentes, aunque cada vez menos. Y encendiendo la luz, lavándome la cara, poniéndome la ropa de entrenamiento... Todo un ritual para no caer en la tentación de volver a dormir!!! Pero a medida que empecé a notar los efectos beneficiosos de realizar la práctica a primera hora del día, ha sido motivación suficiente para integrarlo en el día, como el alimento de cada día, un alimento que nutre todas las células de mi cuerpo, que nutre mi mente, en calma, claridad, bienestar. Ahora te digo que mi cuerpo se ha habituado y cada vez hay más días que no necesito ni del despertador ni de este ritual para levantarme motivada y contenta, en disposición abierta para empezar el nuevo día con la práctica, con mi alimento.
Un propósito claro: Calma y bienestar.
Una motivación clara: Principalmente y para ser funcionales y a mano de todos: Los resultados. Ver que la práctica genera los resultados que me llevan a mi propósito es mi motor de cada día. Porque lo experimento por mí misma cada día que lo pongo en práctica. Incluso los días que no lograba realizarlo, eran también necesarios pues gracias a ellos, pude comprobar los efectos en mi día empezando con la práctica y sin hacerla.
Una práctica..o varias: Es importante cada día establecer qué acciones podemos hacer que nos acerquen a nuestro propósito. Empezamos con algo pequeño, en poco tiempo y varias veces al día, y vamos ampliando hasta una media de 2 horas diarias o más. Como cada un@ lo sienta, como a cada un@mejor le funcione, siempre, para mí, buscando en los propios recursos y en la propia sabiduría, esa brújula interna que nos guía con un firme propósito y con una buena motivación que genere mi compromiso diario.
Reflexiones de un día de práctica.
Nuria Gomar.
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