Un problema
representa para nosotros algo que solucionar, una cuestión que aclarar, un conjunto de hechos o circunstancias que dificultad la consecución de algún fin (según la RAE) aunque prefiero decir ahora que a
veces simplemente hay que dejarse fluir con la vida. Nuestra mente está
ejercitada para buscar soluciones inmediatas a todo lo que para nosotros son
problemas cuando a veces se trata de dejarse llevar y dejar que el camino
se nos presente solo.
Pero vamos a tratar
aquí sobre la resolución de conflictos que representan un problema para
nosotros y que reclaman de una "ocupación" más que de una
"preocupación".
Un problema aparece
cuando hay algo que nos está haciendo sentir mal y produciendo un conflicto y entendemos que hay que
solucionar para sentirnos mejor. Para ello tenemos que buscar
soluciones que dependan de nosotros y saber nuestros propios recursos. Esto
hace que conecte mis recursos con lo que tengo que solucionar y me quede
centrado/a en mí, no en la situación o en otra persona.
Es importante:
- No quedarse
bloqueado. Las soluciones son infinitas, es decir, en cada momento presente hay
una solución y si nos quedamos sin opciones, seguimos buscando. Esto es muy
importante, el no quedarse bloqueado porque siempre que queramos, tenemos los
recursos para salir de un problema. Están ahí. Los tenemos. Sólo hay que
buscarlos y darles forma.
- Ponerlo por
escrito para verlo de una forma más clara y desde una cierta distancia, ya que
al ser escrito podemos revisarlo una y otra vez y dependerá de nuestro estado
de ánimo en cada momento. Hay veces, al principio, que estaremos muy centrados
en la preocupación del problema y hay otras, más adelante, que podremos verlo
desde un aspecto en frío, más objetivo.
- Este ejercicio es
bueno también no sólo cuando aparece un problema sino cuando tengo dudas sobre
algo y necesito aclararme.
- Buscar
opciones/soluciones que únicamente dependan de mí, ya que si dejamos que
dependan del exterior, el exterior puede modificarse y no tenemos ningún
control sobre el mismo.
- Averiguar qué es
lo que me interesaría hacer tanto a corto como a largo plazo, según mis
necesidades presentes, pero siempre con vistas a lo que sería más beneficioso para mí durante un tiempo prolongado.
Vamos por pasos
hacia las acciones que podemos tomar:
1.- Definir
claramente cuál es el problema. Exponer la situación y preguntarme una y otra
vez cuál es el problema que quiero solucionar. Ponerme varias opciones si la
situación es complicada y parecen haber más de un problema en la mesa y verlo
siempre desde mi perspectiva, desde lo que me afecta a mí, no al otro, desde lo
que me pasa a mí, desde lo que siento y no desde lo que siente el otro.
2.- Escribir una
tormenta de ideas que representan las opciones que podrían solucionar el
problema, por muy descabelladas que nos parezcan. Sin pensar demasiado. Lo que
nos venga a la cabeza.
3.- Tachar las
opciones más absurdas (ojo! Quizá aquí y ahora sean absurdas pero no sabemos si
en un momento dado podrían volver a ser una opción)
4.- Exponer las
ventajas e inconvenientes de cada una de las opciones pensando más en lo que
nos proporciona una satisfacción continuada y prolongada en el tiempo que en
algo que nos va a satisfacer en el momento pero que quizá no es beneficioso
mantener por mucho tiempo.
5.- Del 0 al 10
puntuamos cada una de las ventajas e inconvenientes descritos según el nivel de
importancia que tienen para nosotros en este momento.
6.- Sumamos las
puntuaciones obtenidas anteriormente tanto para las ventajas como para los
inconvenientes de cada una de las opciones y hacemos una resta: Ventajas -
Inconvenientes = Resultado.
7.- Anotamos el
resultado al lado de cada opción que hemos puesto primeramente y vemos cuál es
el resultado de la que aparentemente me interesaría más. Aquí hay que tener en
cuenta factores subjetivos porque si por ejemplo hay alguna solución en la que
hemos puesto 1 sólo inconveniente que puntuamos 10 por su importancia y un
montón de ventajas que nos dan más puntuación, quizá el inconveniente tiene más
peso para nosotros que todas las ventajas, por lo que lo descartaríamos
independientemente del resultado.
8.- Miramos la mejor
opción y nos centramos en ella, como mucho 2 opciones. Ya no toco ninguna más
por el momento. De esta solución, tendríamos que trabajar cómo la llevamos a la
práctica mediante mis propios recursos.
9.- Necesitamos
darnos un tiempo de comprobación para ver si la solución elegida me da los
resultados que espero o no.
10.- Si no me da los
resultados que espero, busco la lista de opciones y me voy a la siguiente más
beneficiosa para mí poniéndola en práctica. SI no, a la siguiente. Si se me
agotan las soluciones, vuelvo a buscar nuevas opciones y nunca, nunca, me rindo.
NUNCA.
¿Te animas a poner estas 10 acciones en práctica en la próxima aparición de un problema?¿Comentamos cómo te ha ido?
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