martes

Agradecimiento consciente

Pienso/Siento qué es realmente el agradecimiento y mi disposición cuando doy las gracias, desde dónde me mueve decirlo y quizá hacer un gesto o dar un abrazo que lo acompañe. Porque agradecer desde la cabeza es una cosa, pero agradecer desde el corazón, lleva más “tiempo” en cuanto a mi disposición para ello tomando consciencia de desde dónde emito esa bella palabra.




Lleva una profunda toma de consciencia dar las gracias. En un segundo soy incapaz de hacerlo, pues primero conecto con mi sentir, mi amor genuino e incondicional hacia el Ser que tengo delante, dar por lo que siento que he recibido. Así que me aseguro desde dónde se van a emitir esas letras apreciadas para el otro, ser consciente simplemente y observar qué parte de mí está agradecida.


También me he de fijar en la causa, en el hecho, en la persona en sí misma, en la acción que realmente me lleva a darle las gracias, lo que recibo, porque, según mi experiencia, ya no es sólo la persona, el hecho, la causa, la acción, sino todo lo que lo rodea, es decir, no es lo que veo con mis ojos y percibo con mis sentidos, sino precisamente aquello que no veo y no percibo de primer impacto. Y esto es, el esfuerzo de esa persona; lo que deja de hacer por hacer algo por mí; su disposición de beneficiarme; que lo que hace, lo quiere hacer lo mejor posible en su propio modo de proceder, en el que sabe; ver en su gesto una máxima expresión de su Ser en bondad, amabilidad; ver que quizá por hacer eso por mí, está dejando su tiempo en no hacer otra cosa o no estar con otra persona; ver que me ve y que decide estar plenamente en lo que hace conmigo; ver que quizá no sea buena en la gestión de las palabras pero sí en el hecho en sí mismo, en lo que yo siento que me da en la forma en que puede ofrecérmelo.... Tantas cosas por observar, por intuir, por percibir...


Y doy otro paso más, buscando sus ojos, su mirada. Alguien me enseñó esto sólo con mirarme. Me enseñó el poder de la mirada, del “te veo”.. Esa mirada que penetra el cuerpo a través de la piel, que circula como energía, que llega hasta lo más profundo, acaricia el corazón y encuentra el alma, y desde ahí algo activa para expandirse en forma de bienestar, felicidad, Amor. Esa mirada es con la que tomo consciencia de conectar cuando doy las gracias, siempre presente en desde dónde las doy, siempre habiendo conectado con mi fuente primero, esa fuente inagotable de Amor y desde ahí reflejar como un espejo un agradecimiento profundo, claro, genuino.


Y entonces, sólo entonces, digo GRACIAS.


Y después suelto, suelto la idea de recibir algo a cambio, suelto la idea de esperar una respuesta, suelto al otro, dejándole libertad, espacio de movimiento, no me engancho a expectativa de resultado, simplemente lo suelto. Porque ya he recibido. Lo respiro. Agradezco ese minuto de humanidad y divinidad a la vez desde mi cuerpo físico hasta el mental, el emocional, el transpersonal. Esa persona con esa acción o esas palabras, me ha ayudado a conectar con mi Yo esencial por ese minuto a través del cual puedo manifestarme en expresión genuina. Ese es un regalo maravilloso ya de por sí. Quizá no la vuelva a ver, quizá sí, pero por un minuto he sentido, he visto, he comprendido la grandeza de una simple conexión de lugares, circunstancias, hechos, personas, seres.. en ese ciclo metabólico natural de dar y recibir GENUINAMENTE.


Un día lluvioso de Octubre.
Nuria Gomar.

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