lunes

3ª semana febrero 2010.- Vencer los miedos.



El viernes asistí a una charla sobre los diversos tipos de miedo que existen, el más común en estos tiempos: la ansiedad.



El miedo provoca un rechazo hacia algo, es una reacción instintiva provocada por la mente ante una amenaza real o no. Realmente ante los mismos estímulos amenazantes, cada persona puede reaccionar de forma distinta.

Vivir con precaución es lo ideal, es lo útil y lo inteligente.
Vivir con miedo es inútil e irracional.

La vida tiene obstáculos innatos al camino que recorrer de cada uno. Nosotros, nuestra mente, nos encargamos de convertirlos o no en problemas insignificantes o insuperables. La huida, el no enfrentamiento, intensifica más el miedo. Por ello, es mejor enfrentarse a la situación que nos produce miedo lo antes posible.

El miedo también da síntomas físicos: sobre todo en el estómago, el corazón y la cabeza. Naturalmente, es una reacción instintiva instantánea como instinto de autoconservación ante el peligro, ya que no pasa por el lado racional. Pero al mismo tiempo, el miedo puede paralizar o aumentar la agresividad, por lo que no nos va a ayudar a gestionar bien las situaciones.

Entonces: el miedo se forma desde un estímulo inconsciente que provoca un pensamiento que agrava el miedo, por lo que si no frenamos este proceso, se va autoalimentando.

¿Qué necesitamos entonces? Paz, equilibrio, controlar la mente los máximos momentos posibles, cambiar un pensamiento negativo por uno positivo.

Miedo a la oscuridad o al silencio.-

¿Qué te evoca realmente la oscuridad? Para llegar a hacer frente a nuestros miedos irracionales, debemos comprender cómo han surgido y de dónde vienen esos pensamientos: películas de terror, nos castigaron en un cuarto oscuro lleno de muñecos horribles, el terrible cuento del hombre del saco... Cuando comprendamos que esto NO es real, que ha sido producto de una autoalimentación a causa de nuestra educación, sociedad, entorno, etc... entonces llegaríamos a aceptar y enfrentar el miedo, y a eliminarlo de raíz.

El conocimiento comprendido de los datos que no tenemos, nos ayuda a enfrentarnos a nuestros miedos.

Miedo a la soledad.-

Igualmente comprendamos qué representa para nosotros "estar solos" y por qué a veces la soledad la vemos como enemiga más que como amiga. Realmente nos tenemos que dar cuenta que no estamos NUNCA solos, pues estamos con nosotros mismos y si nos queremos y aceptamos, no hay por qué temer estar solos. Quien no conoce la soledad, tampoco puede apreciar el contacto real con el mundo. La soledad es necesaria para la reflexión y sin embargo la mayoría de nosotros prefiere aceptar estar en compañía de personas que nos disgustan  o hacer cosas que nos aburren con tal de no estar solos e incluso no hacer nada.

Miedo a la muerte.-

¿Es miedo realmente o es apego a la vida?¿es miedo al sufrimiento?¿al más allá? Hay una frase que me encanta: "No eres un ser humano viviendo una experiencia espiritual sino que eres un ser espirittual viviendo una experiencia humana".- Según nuestras creencias, es lógico ver a la muerte desde planos distintos, incluso aterradores, pero quien decide ser consciente de que no es sólo un cuerpo y una mente sino algo más, quien piensa que su cuerpo es el medio para estar presentes aquí y ahora y vivir esta vida, esta experiencia, es más fácil desidentificarse del miedo a la muerte.

Ansiedad, depresión.-

Yo aún me estoy tratando de un transtorno ansioso-depresivo. Y es que he sentido una gran frustración en un momento de mi vida. Cosas que deseaba y no he llegado a tenerlas de momento, me han generado una gran frustración y eso me ha generado a su vez este estado. Y es que la frustración y otros sentimientos asociados a este tipo de miedos, se van gestando psicológicamente si no se cortan de raíz. Y se van engrandeciendo. Se origina un desequilibrio y un desgaste energético, te empiezas a sentir mal y triste, decaído y sin fuerzas, disminuye la energía vital, emocional y mental.

Es importante, bajo mi punto de vista y en ello estoy trabajando y me da resultado:
- Comprender la raíz del problema y enfrentarlo.
- Observar los sentimientos descritos cuándo surgen. Observar la depresión.
- Tener paciencia, amarse mucho a uno mismo (no es egoísmo), trabajar en ello constantemente.
- Tener deseos reales y objetivos de disolverla, utilizando los recursos que estén a nuestro alcance y mejor nos hagan sentir. Poner plazos de tiempo para ir evolucionando y mejorando.
- Tener deseos es bueno, pero ser capaz de aceptar que no todos se cumplen, también. Saber aceptar y adaptarse sin perder nuestras ilusiones y objetivos, siendo capaces de reescribirlos en cualquier desviación del camino. No caer en la frustración ligeramente y en la inmovilización. Hay muchas vías, no sólo una, y quizá el desvío que aparentemente ha sido una amenaza, se convierte en una oportunidad para explorar otras cosas. Mantener una mente abierta.
- Desapego de lo externo: No es el comportamiento de otro el que nos hace sentir mal o una situación concreta, nosotros decidimos lo que sentimos y controlamos nuestro mundo interior. Creamos las barreras y los límites que necesitamos para salvaguardar nuestras emociones y estar en paz y equilibrados. No es el entorno, somos nosotros los dueños de nuestras propias emociones y sentimientos.
- Atención para estar libre y abierto a lo que llega, y concentración para controlarnos y vivir los momentos con plenitud. Nuestra mente viaja constantemente al pasado y al futuro. Si mantenemos nuestra atención en el momento presente, viviremos más intensamente y muchos de nuestros miedos y preocupaciones dejarán de agravarnos y frustrarnos tanto.
- Relajarse. El miedo provoca tensión. Armonizar con nuestro yo.

"Dejamos de temer aquello que hemos aprendido a entender"
Marie Curie.

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