lunes

3ª semana de marzo: Desapego.

Pensemos en todo lo material que nos rodea. ¿Qué haríamos si de pronto nos quitan todo y nos dejan con la ropa que llevamos puesta?¿Qué opciones tendríamos?¿Creemos que sería una buena prueba de cuán apego tenemos a lo que nos rodea?¿Cómo sería nuestra vida sin nada de esto?.


Las cosas, son cosas, justo eso, a las que damos valor añadido emocional según nos aporten a nuestra calidad de vida o según lo que representen para nosotros, los sentimientos y recuerdos que nos pueden transmitir. Pero realmente, con o sin ellas, nos seguimos manteniendo vivos y seguimos teniendo esos mismos recuerdos y emociones con nosotros, excepto en casos extremos en que necesitemos de ellas para seguir viviendo. Fijémonos en esto: cosas que necesitemos para seguir viviendo.

Hagamos una lista. Pensemos de verdad en las cosas que necesitamos para mantenernos vivos. No hablo de calidad de vida o de recuerdos emotivos, hablo de vivir o morir.

Por ejemplo, alguien que necesita diálisis, necesita de la máquina que le ayuda con ello; alguien que necesite de un respirador; alguien que necesite de inyecciones de insulina... Si tu lista contiene algo de esto, cógelo, pero si contiene por ejemplo "tu casa", entonces piénsalo.

Cuando nos desprendemos de algo, hay un proceso de renovación y limpieza innato junto a un proceso de desapego, al que le sigue un proceso de adaptación o "supervivencia" a lo nuevo y un proceso de ingenio.

Imagínemos cómo ha sido de tremendo lo de Haiti o Chile o Japón o New Orleans o Indonesia o tantos otros.- Es un proceso muy, muy duro, es pura superviviencia, ya ni siquiera se piensa en calidad de vida, la necesidad básica es prioritaria: sobrevivir. Y no hablo con la boca grande porque no he pasado hasta ahora por un proceso así para saber por propia experiencia lo que se debe sentir realmente.

Miremos de nuevo pues las "cosas" que tenemos a nuestro alrededor dotándolas de la importancia justa que puedan tener, ni más ni menos. Ocupémonos de resguardarnos bien a nosotros mismos y no tanto a lo material que nos rodea por si un día tengamos que desprendernos de ello, sea por la causa que sea.

Aún en el peor de los casos, contamos con mecanismos de alerta que nos ayudan a sobrevivir y adaptarnos a un medio y tenemos los mecanismos de ingenio para encontrar el "mejor" modo para ello, la mejor forma posible para nosotros, la menos dañina. Aprendemos a vivir sin lo material que nos rodea, bien sea una pérdida de un objeto de gran valor sentimental (pues es su recuerdo el que seguimos llevando con nosotros), bien algo más asociado a una calidad de vida (coche, aparatos tecnológicos, incluso la casa,...). Además, en mi opinión personal, cuando algo se desprende de nosotros, vuelve algo nuevo; en toda pérdida hay una ganancia (un recuerdo del amor de alguien hacia nosotros; una oportunidad nueva; un reto personal; un momento para creer en uno mismo...)

Hagamos una prueba de ello: Estemos 21 días exactos sin encender la televisión. Examinemos lo que vamos sintiendo y cómo vamos viviendo el proceso. Al final, estoy convencida que si de verdad lo deseamos, nos adaptaríamos perfectamente a no tener televisión ya que habríamos usado nuestros mecanismos de adaptación e ingenio para ocupar el tiempo que veíamos la televisión en otras alternativas y posibilidades. Estoy segura incluso que, pasado este tiempo, reduciríamos el tiempo que pasamos viéndola porque ya nos habríamos adaptado a otras cosas, quiza incluso más placenteras, habríamos visto más alternativas para ocupar nuestro tiempo.

Y entonces es cuando debemos preguntarnos si realmente era tan necesario ese bien material en nuestra vida para "seguir viviendo" o hemos sobrevivido a estar sin ello.Y es cuando nos damos cuenta que nuestra capacidad de adaptación puede llegar a límites que nos sorprenderían.

Práctica el 21!!!!  :)

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