miércoles

El poder..des-conectar


Estoy intentando aprender a des-conectar e intentar sonreír más, y no cuando las cosas van bien, sino en las peores situaciones (por supuesto, no hablo de las muy dolorosas o extremas), esas situaciones cotidianas en las que ni me doy cuenta que con una sonrisa bastaría para iluminarlo todo y cambiar la perspectiva de la situación.


Era un día malo, pasada una situación de conflicto donde tuve que ir a mi anterior empresa para firmar un documento y no lo tenían preparado, y tuve que ir después a la Mutua a arreglar otro papeleo para no saber cuándo me ingresarían un dinero que me debían. Al final me quedé sin dinero para regresar a casa. Estaba muy cansada, entre otras cosas, porque llevaba medicación encima para poder ir a la empresa. No tuve más remedio que ir andando a casa.

En el paseo me fui despejando, me fue bajando la tensión, pero aún seguían los hechos de esa mañana en mi mente. Llegué a una zona de paseo rodeada de árboles y una calle a lo largo y me crucé con un hombre más mayor que yo. Yo seguía enfrascada en mi frustración y por casualidad crucé mi mirada con él.

Él me miró fijamente. Creo que me iba observando a lo largo del paseo. Me sonrió. Fueron una mirada y una sonrisa tan sinceras, tan amables, tan reconfortantes, y agradecí tener el tiempo suficiente para corresponderle como una forma de decir "gracias, es lo que necesitaba justo en este momento".

Comprendí entonces el poder de una sonrisa, la magia de hacer que, en un momento, una situación pasada ya no sea tan importante..y poder volver a aterrizar en el aquí y ahora, y disfrutar del paseo, de la conexión con la naturaleza, con las otras personas...

En ese mismo instante fui yo la que me crucé con un anciano al que empezaba a observar a lo largo de mi paseo, estaba hablando solo, refunfuñando. Yo le sonreí. Él creo que se sorprendió tanto que no supo cómo reaccionar. Aún así me ofreció una sonrisa forzada o tal vez la mejor que tenía para ofrecer a otra persona en ese momento. Justo ese instante, le hizo dejar por unos segundos su diálogo interno para aterrizar en su aquí y ahora. Pero cuando pasó por mi lado, volvió a conectar con lo que le atormentaba en su mente y volvió a hablar solo, refunfuñando.

¿Crees que por unos segundos valdría la pena des-conectar de nuestra voz interna gruñona y obstinada?

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